miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi dulce, dulce vecino Capitulo 6 FINAL

Este capitulo relata contenido no apto para menores de 18 años, dada la advertencia leean bajo su propio riesgo.



Capitulo 6: “Revelación.”


-Realmente no debiste entrar aquí…- dijo la silueta mientras salía lentamente de las sombras al compas que cerraba la puerta. –No debiste haber visto esto jamás…- le dijo aquel hombre mientras se acercaba pausadamente a la luz producida por la pequeña lámpara, -Ahora tendré que darte un pequeño castigo por haber entrado sin mi permiso.- dijo y mientras lo hacia su tono de voz cambiaba gradualmente por uno que a Sakura le pareció perturbadoramente familiar, finalmente se acerco por completo a la luz de la lámpara y el rostro de su atacante por fin se reveló.

-¿S-sa-sasori?...- musito de manera ahogada.

El pelirrojo se acerco con una desconcertante tranquilidad hacia donde se encontraba Sakura y se poso con sutileza frente a ella, tan cerca que podía sentir el calor que este emanaba. Tomo con delicadeza el artículo de periódico que la pelirrosa sostenía entre sus trepidantes manos y lo observo con suma tranquilidad, ahí, inerte frente a ella.

-E-eras tú… todo este tiempo fuiste tú… Sasori.- le reclamo la ojijade con voz temblorosa, entrecerrando los ojos, mientras daba unos pasos hacia atrás.

-Así es… mi querida Sakura… fui yo… todo este tiempo fui yo.- expresó con cinismo mirándola a los ojos minuciosamente.

-Los tenis… los vi cuando nos conocimos… ahora recuerdo… y aquel olor parecido al cedro…- declaró de manera inconclusa recordando aquellos sucesos uniendo pieza por pieza en su mente.

-Es la madera y el barniz que utilizo para mis marionetas.- manifestó concluyendo la frase de la ojijade, examinando aquel artículo sin mucho interés.

-N-no entiendo… ¿p-por qué lo hiciste, Sasori?... yo pensé que eras mi amigo… yo te…- se interrumpió así misma asimilando aquellas últimas palabras que inconscientemente deseaban salir de su boca. Estaba tan confundida que sentía que todo su mundo daba vueltas y se caía en pedazos, el pecho le dolía pues una serie de sentimientos entrecruzados se implantaron en el, por un lado sentía miedo, estaba aterrada y deseaba huir lejos de aquel lugar, correr tan rápido como le fuese posible, pero por el otro una sensación que desafiaba toda lógica y razón, la obligaba a permanecer ahí, contrarrestando aquel profundo terror. -¿Por qué Sasori?... dime porque lo hiciste.- hablo ella después de una larga pausa, exigiéndole más que con miedo, con enojo.

-Realmente no pretendo que me perdones por lo que hice… pero quiero que me escuches.- dijo con suma serenidad y soberbia, profundizando aquella mirada que descaradamente le lanzaba a la pelirrosa.

-¿Escucharte?... escucharte...- susurro para sí con desconcierto. -¡¿Por qué habría de escucharte?!... todo este tiempo… todo lo que me decías… todo fue una farsa, una gran mentita.- habló de forma ahogada con suma melancolía dejando escapar una o dos lagrimas.

-Lo cierto mi hermosa y querida Sakura… es que jamás te mentí… el yo que se mostro ante ti, era el verdadero Sasori, uno que solo tú has visto.- dijo acariciando su rostro, limpiando tiernamente aquellas lagrimas que se asomaban por sus mejillas. –Y debes escucharme… por qué no tienes otra opción.- sonrió con egocentrismo mientras le extendía la mano con la cual sostenía aquel pedazo de periódico.

La joven médico estiro la mano temerosa de que todo fuese una trampa, tomo el trozo de papel entre sus manos y mentalmente empezó a leer el encabezado del artículo, que se encontraba subrayado con marcador: “El gran artista de la Arena, Akasuna no Sasori fracasa en su más reciente obra”, la ojijade no sabía que pensar, así que inconscientemente dirigió su mirada a los demás recortes de periódico que se encontraban en la pared: “El gran Escorpión de las Arenas Rojas ¿su carrera está por terminar?, “El más grande marionetista de todo el país del Viento, ha dejado de producir sus obras por más de un año”, y así podría seguir, sin embargo, era inútil pues todos los artículos hablaban del mismo tema y nuestra pelirrosa aun no comprendía de que iba el asunto.

-N-no entiendo… ¿qué tiene esto que ver?- pregono totalmente desorientada.

-¿Alguna vez has estado en el país del Viento, en la ciudad de la Arena?- le cuestiono clavándole la mirada esperando con impaciencia su respuesta.

Sakura no entendía a que venía esa pregunta y su rostro reflejaba aquella confusión que le impedía pensar con claridad, pero que sin embargo no la privaba de sentir, así que haciendo memoria, trato de recordar con intensidad, dejando así una corta y seca pausa flotando en el aire, para por fin responder: -Si… si he estado… en la ciudad de la Arena… hace ya algún tiempo.- argumento dudosa.

-Y… ¿por qué hiciste aquel viaje?- le cuestiono dándose media vuelta.

-Y-yo… fui en un intercambio con fines de estudios, que únicamente duro dos semanas.- le contesto con desasosiego.

-Dos semanas…- susurro para sí con melancolía.

-No estoy comprendiendo nada… S-sasori… ¿por qué me haces estas preguntas?- le cuestiono hundida en el caos de sus sentimientos, confundiéndose cada vez más y más.

-Fue justamente ahí, Sakura… fue ahí, donde te vi por primera vez… donde me robaste por completo la razón.- dijo exaltado mientras se acercaba paso a paso hacia la pelirrosa.

-Por favor, Sasori…- le suplico al sentir como el temor se apoderaba de su cuerpo inmovilizándola, sintiéndose totalmente acorralada y a merced del ojimiel. –S-sasori… yo…- tartamudeo con dificultad.

-Shhhh…- murmuro con ternura mientras posaba lentamente su dedo índice sobre los labios de la pelirrosa. –Querías saber por qué lo hice ¿no es así?... pues ahora te lo diré.- dijo cambiando aquel tierno tono por uno que reflejaba una intensa frustración. –Fue ahí… en el hospital de la ciudad de la Arena donde te vi por primera vez, debía visitar a mi abuela que se encontraba muy enferma…- hablo mientras caminaba de un lado a otro por la pequeña habitación siendo observado por la ojijade.

-Desde el momento en que te vi… desde que te mire a los ojos por primera vez, pude sentir como mi corazón que por mucho tiempo parecía haber estado durmiendo, regreso a la vida, desde aquel momento me enamore con locura de ti, pude percibir que eras diferente a los demás, supe… que tenias que ser para mi.- le relato con vehemencia al hablar.

-¿Enamorado… de mí?- aquellas apasionadas palabras del pelirrojo la golpearon como un autobús en movimiento, su juicio se nublo y sus sentimientos dominaron la razón.

-Si, Sakura… me enamore con demencia de ti… desde aquel momento mi corazón dejo de ser la marioneta de mi cuerpo y se convirtió en el marionetista de mi mente y toda mi cordura.- hablo con suavidad, una suavidad que parecía adormecer los sentidos de la joven pelirrosa. –Al principio me conformaba solo con verte… para mí eso era suficiente, pero… después todo cambio.- expreso con melancolía y frustración. –Una tarde cuando fui al hospital, como lo había hecho a diario esas últimas dos semanas, me percate de que ya no estabas, te busque por todo el lugar y cuando pregunte por ti me dijeron que te habías ido.- dijo tratando de reprimir aquel enojo.

-Era solo un intercambio… así que tuve que regresar, aquí, a Konoha.- susurro mirando el suelo, como tratando de armar las piezas de aquel enredado rompecabezas.

-Si… eso fue lo que me contaron, después de eso ya no quisieron decirme nada de ti. De pronto y sin darme cuenta, aquella nueva esperanza que había encontrado, aquel rayo de luz que me había iluminado, se me escapo de las manos; todo mi nuevo mundo se vino abajo y aquellos sentimientos que antes me habían llenado de vida, ahora me estaban consumiendo lentamente por dentro.- hablo con algo de tristeza mientras la tomaba con delicadeza por los hombros. –Todo comenzó a ir de mal en peor… no podía comer, no podía dormir y en lo único que podía pensar… era en ti.- dijo mientras en su rostro se dibujaba un expresión fría.

-¿E-en… mi?- hablo ella sumamente desconcertada sintiendo como las cálidas manos del pelirrojo apretaban poco a poco sus hombros.

-¡Sí!... día y noche no podía parar de pensar en ti, en tu dulce sonrisa, en tu largo y sedoso cabello, en tus hermosos ojos, en aquella mirada que tanto me había cautivado, cuando te fuiste sentí que te llevaste una parte de mi contigo.- le dijo tomándola por la cintura y arrastrándola lo más cerca de él que pudo, dejando solo unos cuantos centímetros de distancia entre los dos. –Ya no podía hacer nada más que pensar en ti, toda mi carrera se vino abajo y todo se torno obscuro para mi, sin embargo, extrañamente el destino se puso de mi parte, el dueño de una tienda de marionetas y muñecas me propuso asociarme con él, pero para ello tenía que mudarme.- la miro a los ojos, observándola con detenimiento y morosidad.

-Cuanta fue mi sorpresa cuando me dijeron a donde tendría que marcharme.- hablo con sarcasmo soltando una risita cargada de ironía.

-Konoha…- mascullo ella sintiendo como poco a poco todo iba tomando sentido, tratando de soltarse del agarre del joven, sin tener resultado alguno.

-Así es…una vez ahí trate de buscarte y gracias a un amigo logre conseguir tu nombre y dirección, todo era perfecto, la casa que se encontraba al lado de la tuya había estado vacía por meses así que no fue difícil mudarme ahí, ahora podría estar cerca de ti. Pero de pronto, el solo mirarte ya no me bastaba, ya no satisfacía el voraz apetito de ti que tenían mi corazón y mi cuerpo.- hablo apasionadamente mientras ejercía presión sobre el cuerpo de la pelirrosa para que esta no pudiese soltarse. –Aun cuando ahora hablaba contigo, aun cuando me había convertido en tu amigo, no era suficiente, mientras más tenia de ti mas necesitaba, nunca estaba satisfecho; por lo tanto te seguí… aquella vez en la plaza no pude refrenar este imperioso deseo que tengo de estar a tu lado, lo mismo sucedió en el hospital.- le confesó en un arrebato de locura y afecto.

-Y entonces… culpaste de todo a Sasuke, para que yo nunca sospechara de ti.- exclamo ella soltándose abruptamente del agarre del ojimiel, pero todo fue en vano, pues termino siendo acorralada entre él y la ventana que se encontraba detrás de ella.

-No creas que no me di cuenta de cómo te miraba.- hablo furioso. –Culparlo fue tan fácil, solo tenía que poner la chaqueta y los tenis en su locker, de manera que tu pudieras verlos, entonces creerías que Sasuke había cometido aquellas faltas a tu persona y listo, solo había que contar con que él estuviera en el lugar indicado, en el momento indicado… y así fue.- recito con procacidad. -Lo que menos quería era que te enteraras de todo esto… no quería que me odiaras.- dijo mientras acariciaba la sedosa cabellera de la pelirrosa con delicadeza y una cruel ternura que la turbaba en sobre medida. –Pero ahora eso ya no me importa… ahora lo único que me interesa, es tenerte solo para mi… ¡hacerte mía!- dijo y sus finos labios se deformaron en una línea oblicua, mientras la hacia prisionera de sus brazos en el frenesí de la lujuria.

-N-no… Sasori… p-por favor, no hagas esto.- hablo con debilidad, la cual podía notarse en su apenas audible voz y la endeblez con la que golpeaba sus hombros con los puños cerrados.

El joven pelirrojo la apretó contra su cuerpo con una apasionada impiedad y se acerco a su rostro mirándola con descaro. –No tiene caso que te resistas.- resoplo en su oído humedeciéndolo con su aliento.

-P-po-por favor… Sasori… suéltame, te lo suplico.- imploro siendo sofocada por una confusión que la consumía, pues lo que ella pensaba que quería era contradicho por sus sentimientos, que la obligaban a ceder y frente a aquella situación las lagrimas comenzaron a brotar lentamente.

El joven pelirrojo lamio con terneza aquella lagrima que rodaba lentamente por la mejilla de la ojijade y comenzó a frotar sus tersos labios contra la piel de su rostro. –Ya te lo había dicho antes, Sakura… nunca haría algo para lastimarte… es mas… prometo que va a gustarte.- y dicho esto el joven encarcelo los labios de la pelirrosa en una dulce y húmeda prisión.

Aquellas sensaciones, aquel beso que parecía una tierna caricia en muchos sentidos, levanto una polémica en sus pensamientos, el sentir el agradable cosquilleo de esa humedad consumiendo sus labios lentamente la despojaba de la poca cordura que le quedaba y la dejaba en sus manos para que hiciera con ella lo que le placía. Un feroz sonrojo se arremolino en sus mejillas quemándole la piel, al sentir como la boca del pelirrojo acariciaba lentamente sus labios, mordiendo y succionándolos de vez en cuando, como su lengua jugaba descaradamente con la suya y se adentraba sin vergüenza hasta lo más profundo de su cavidad bucal. Aquel apasionado beso la debilito en todos los aspectos posibles, poniéndola en un profundo transe, anestesiando sus sentidos, pero no lo suficiente como para que dejara de sentir como sus satinadas manos, acariciaban su cuerpo con impúdica sensualidad y desesperación.

Pronto, Sakura, traicionada por la lógica y la razón, cedió ante los besos y caricias del ojimiel, aquel sentimiento que ahora reducía su cordura a cenizas, la controlaba por completo como si de un simple títere se tratase y entonces, sumergida en aquella irreal ilusión, por fin, se dio cuenta de que era lo que sentía realmente por  aquel que le robaba todo, su mente, su razón, su corazón y ahora, su cuerpo. Así, de aquel capullo de sentimientos que estaba esperando impaciente por florecer, surgió la cruel e implacable verdad, todo este tiempo la pelirrosa había acumulado sentimientos, fuertes sentimientos hacia el joven marionetista, que sin darse cuenta, se fueron convirtiendo poco a poco en amor, cuando menos se dio cuenta, ya estaba profundamente enamorada de él, y eso tenía que ser, pues solo un sentimiento tan fuerte como lo es el amor, podía hacer que Sakura permitiese todo eso y más.

Ahora el pasado y todas las anteriores acciones del pelirrojo importaban un comino, y así, seducida por el fuerte aroma de la pasión e inhibida por el dulce sabor de los labios de su opresor, se entrego a la lujuria y decadencia de su propio cuerpo. –S-sasori…- gimió el sentir como la lengua de este recorría su cuello dejando un cristalino rastro.

-Sakura… no tienes idea de cuánto te amo… de cuanto te deseo.- le expreso con lasciva impaciencia, mientras la tomaba suavemente entre sus brazos, cargándola con delicadeza, atrayéndola así, a un mar de sensaciones, sensaciones que muy a su pesar, se habían vuelto adictivas.

Sosteniéndola aun con ternura entre sus brazos, se trasladaron hasta su habitación, una vez allí, dio unos cuantos pasos hasta llegar a la cama que se encontraba en medio de aquel obscuro cuarto, la recostó en el mullido colchón con gentileza y se situó encima de ella, acordonándola con presión, entre él y las sabanas. –Sakura, yo…- dejo que aquellas inconclusas palabras volaran en el aire fundiéndose con la espesa noche.

Ella lo miro con recelo, mientras extendía su mano para acariciar amorosamente su mejilla. –Ya no me importa lo que me hallas hecho o lo que vayas a hacerme, Sasori… siempre que seas tú… ya nada me importa.- murmuro con ternura y deseo, sintiendo como aquellos vestigios de miedo y temor se disipaban lentamente, siendo sustituidos por amor y pasión.

Y con ello los profundos orbes color miel del pelirrojo brillaron en un corrosivo deseo y sus labios se curvaron en satisfacción, tomo la mano de la joven con la suya y la froto contra su mejilla sintiendo cuan cálida era esta, la acerco pausadamente hasta su boca y la beso con delicadeza, miro una vez más los ojos de la pelirrosa donde se reflejaba únicamente su imagen y posesivamente la beso, pero esta vez con un poco mas de rudeza que como lo había hecho anteriormente y en un movimiento brusco comenzó a palpar el contorno de su cuerpo estrujándolo de vez en cuando, provocando así un gemido atrapado en la garganta de la muchacha.

Cuando el beso hubo llegado a su final, comenzó a saborear su cuello complaciéndose con el sabor de su piel y con la torpeza producida por aquel fuerte dolor en su entrepierna, empezó a despojarla –y a sí mismo- de su ropa con lentitud, quería contemplar cada rincón de piel en su cuerpo y saborearlo todo con sosiego. Una vez en ropa interior la joven ojijade cubrió sus pechos, con sus antebrazos en un acto de pudor, como respuesta a la penetrante mirada con la que le pelirrojo podía ver hasta su alma.

-No tienes nada de qué avergonzarte… eres verdaderamente hermosa.- le susurro sin una pisca de modestia, acercándose a su rostro para mostrarle como en sus labios se dibujaba una sonrisa ladina.

-S-sasori… espe… ¡ahh!- gimió al sentir como era despojada de sus últimas prendas las cuales guardaban con recelo aquello que el ojimiel mas deseaba probar.

Comenzó a sentir como unas tersas manos, proveedoras de unas tormentosas caricias, se embelesaban con la suavidad de sus senos, el joven acerco sus labios dejándole sentí su acuoso aliento en la parte más sensible de estos y sin más rodeos comenzó a saborear el dulce sabor de su piel. -¡Sasori!...- soltó un alarido en pro del arrobamiento provocado por aquella placentera sensación y apretó entre sus finos dedos el rojo cabello del joven, empujando su cabeza para profundizar aquel acto.

En vista del satisfactorio resultado, el muchacho empezó a lamer, a succionar y a mordisquear con más fuerza, la ojijade grito una vez más entre jadeos el nombre del promotor de aquellas acciones que le provocaban tanto deleite, y mientras más gemía ella, mas placer le era otorgado, así la inquieta mano que no masajeaba con premura uno de los senos de la joven, bajo palpando cada pedazo de piel a su paso, hasta llegar a la zona más intima y centro de placer de la misma. Emprendió acariciando con sus dedos aquella húmeda zona, la cual hacia que la pobre y ruborizada Sakura gimiera hilarante, para después invadirla con un vaivén de sus dedos índice y medio.

Gimió nuevamente con más fuerza, ante el avezado contacto, retorciendo su cuerpo al compas de los movimientos del ojimiel, y un escalofrió erizo su piel al escucharlo gruñir con frustración  y al sentir como este frotaba con lentitud su erección, contenida por sus calzoncillos, contra su pierna. Paro de golpe la minuciosa tarea de satisfacerla y con desesperación se despojo de la única prenda que asfixiaba su parte baja, dejando su miembro completamente desnudo, se acerco nuevamente a la ojijade que nublada por el tan reciente placer lo rodeo con sus brazos atrayéndolo hacia ella. El pelirrojo tomo su virilidad con una de sus manos, mientras recargaba su antebrazo en el colchón, por encima de la cabeza de la joven médico, consiguiendo así una vista perfecta de su rostro, lo froto con delicadeza contra su intimidad, impregnándolo con la cálida esencia desprendida por el cuerpo de la pelirrosa, en dictamen a la excitación producida.

Paulatinamente fue introduciéndolo, sintiendo el alivio que le proporcionaban las estrechas paredes interinas de la muchacha. -¡S-sakura!...- gimió con voz ronca y aterciopelada. –S-se siente tan bien… dime… ¿te gusta?- le pregunto expresándole en un pujante sonido, el placer que le provocaba sumergirse en su interior.

La ojijade ladeo su cabeza en señal de de vergüenza, cubriendo sus mejillas de un fuerte rojo carmín. –S-se siente… muy bien.- susurro apenada.

-Sakura…- se acerco a su pómulo haciéndole sentir su inquieta respiración. –Di que me quieres… que eres solo mía y de nadie más.- mascullo en el ardor de la pasión.

-Sasori… ¡¡ahh!!...- grito al sentir como era penetrada por completo, entrelazando sus piernas en las caderas del ojimiel profundizando aquel sublime acto. Se aferro a su espalda clavándole las uñas de manera inconsciente y lo miro a los ojos con detenimiento. –Te amo, Sasori… soy toda tuya… solo tuya y de nadie más…- se desbordaron aquellas desvergonzadas palabras mientras sus labios se entreabrían para darle un enardecido beso y con ello el pelirrojo comenzó a moverse.

-¡¡Ah!!... ¡Sasori!- resulto gimiendo casi descontrolada, conforme él iba embistiéndola con más y mas fuerza.

La joven gimió incontables veces, pronunciando el nombre del pelirrojo con vehemencia de vez en cuando, aquellas sensaciones eran inexplicables, el placer del cuerpo y el alma se entremezclaban en un impúdico sentimiento que la elevaba hasta lo más alto, no podía parar… ya no quería parar. El joven resoplo y gruño en el oído de la pelirrosa, dejándole sentir la indescriptible satisfacción que sentía, la pelirrosa jadeo por el reciente roce que habían provocado los labios de él contra su oreja, su lengua lamio el interior de esta y aquella faena levanto una oleada de placer que nublo la vista de la ojijade.

Pronto las embestidas comenzaron a volverse cada vez más salvajes y rápidas, su cuerpo comenzó a arquearse involuntariamente al sentir como él empujaba su miembro una y otra vez, entraba y salía, sintiendo cerca el éxtasis. –Sakura…- pujo al tratar de contenerse hundiendo su rostro en el cuello de la joven. -¡S-sasori!... Sasori…- exclamo enterrando sus dedos en los cabellos y espalda de su amante. Aquellas enérgicas y delirantes embestidas pasaron a ser descoordinadas y cada vez más firmes al sentir cerca el clímax.

-¡Ahh!...- gritaron lascivamente al unísono.

Dos embestidas mas y se derramo dentro de ella, llenándola con el néctar de su pasión por completo, le planto un beso en los labios, un suave roce, mientras una de sus manos acariciaba su sonrojada mejilla, trayéndola de regreso de aquella humeante alucinación, en la cual fue sumergida durante el apogeo de su apasionado acto. Ella extendió sus manos sosteniéndolo con delicadeza por las mejillas, atrayéndolo,  lo beso en la frente con sosiego y dejo que acomodara su cabeza, naufragando en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, que como una sedante canción de cuna, lo sumergieron en el mundo de los sueños mientras se aferraba con intensidad al cuerpo de la pelirrosa.

La noche transcurrió tranquila guardando secretamente y con recelo todas aquellas caricias, besos y frases repletas de amor y pasión que ambos habían intercambiado. Así, el mañana llego, sepultando aquel secreto junto con la noche.

-¡Sakura!...- escucho como una voz chillona la llamaba por su nombre a sus espaldas.

-¿Qué sucede Ino?- pregunto extrañada al ver a su agitada amiga corriendo por los pasillos del hospital, dirigirse hacia ella con un periódico en la mano.

-Tienes que ver esto…- le extendió la mano con la que sostenía aquel diario, llevándose la otra al pecho en busca de aire.

La joven médico tomo el periódico entre sus manos y comenzó a leer el encabezado: -“El gran artista, Akasuna no Sasori, renace de las cenizas como el ave fénix”- murmuro para sí y prosiguió leyendo el primer párrafo del artículo, sintiendo la penetrante mirada de la ojiazul alzándose por encima de su hombro. –“El afamado marionetista, el Escorpión de las arenas rojas, vuelve al mundo del arte, presentándonos ahora desde la ciudad de Konoha, su más reciente y magnífica obra titulada: Cerezo en flor.”- y con ello la ojijade abrió grandes sus ojos al ver la fotografía que acompañaba aquellas palabras. Una hermosa marioneta de tamaño real, de cabellera larga y rosada que caía elegantemente en unos bucles bajo sus hombros, de hermosos ojos jade y pálida piel, que lucía un hermoso vestido de la época victoriana color rojo bermellón, con un sombrero de un carmesí apastelado que gentilmente cubría su cabeza. –“El joven artista ha regresado con una entrada triunfal al mundo de las marionetas, numerosos coleccionistas se han amontonado ofreciendo grandes sumas de dinero por la invaluable pieza de madera, mas su creador se ha negado a venderla, ¿qué tramara ahora el tan famoso Akasuna para nosotros?”- leyó el pequeño párrafo que se encontraba más abajo del anterior, justo al lado de la foto del pelirrojo.

-¿No es el tu vecino, Sakura?- le cuestiono azorada la rubia mientras señalaba en el papel la foto del susodicho.

-Sí, es el…- dijo con distracción mientras contemplaba aquellas imágenes con detenimiento.

-No sé tú… pero esa muñeca o marioneta… lo que sea, es idéntica a ti.- hablo confundida y con asombro. –Acaso… ¿paso algo entre ustedes dos?- dijo lanzándole una mirada destellante de curiosidad y una sonrisa picara.

-Claro que no… en que estas pensando…- hablo con disimulado nerviosismo sonrojándose levemente, ante aquella pregunta. Pero claro que había pasado algo, sin embargo, aquella noche de pasión y todo lo dicho en ella, quedaría como un exquisito secreto solo entre Sakura y su dulce, dulce vecino.   

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