miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi dulce, dulce vecino Capitulo 1

Fanfic SasoSaku
Los personajes de Naruto no me pertenesen, si no a Masashi Kishimoto, lo unico mio aqui es la historia. 
 
Capitulo 1: “Nuevo vecino.”

-Haaammmp, que bien he dormido qué bueno que estas son mis dos semanas libres del hospital, sus ventajas tiene ser la mejor doctora en mi área y el haber pasado casi más una semana de guardia ahí.- dijo dejando salir una risita picara, mientras se levantaba de la cama y se dirigía hacia el baño para darse una ducha.

Esta chica con buen cuerpo, de piel blanca y cremosa, de hermosos ojos color jade y cabello largo y… rosado, sí, mis queridos lectores cabello pelirrosa; esta joven miembro de la comunidad médica que trabaja en el hospital de la ciudad de Konoha y que vive sola en una pequeña pero hermosa casa en una reducida zona residencial de Japón, se llama Haruno Sakura, una muchacha hermosa e inteligente de extraños cabellos, es la protagonista de nuestra historia.

Salió quince minutos después, aun con su pijama de pantalón gris y playera blanca con los bordes grisáceos, con el cabello suelto y ya seco se dirigió a su cocina a paso ligero y de un estante saco un tazón y de otro una caja de su cereal preferido, mientras que del refrigerador extrajo dos envases, uno de leche y el otro de jugo, se dirigió a la mesa que se hallaba frente a su televisor, lo encendió en el canal de las noticias matutinas, eran aproximadamente las siete, se sentó y comenzó a desayunar con tranquilidad.

De pronto, fuera en la calle, empezó a escucharse un molesto y estruendoso ruido, que parecía provenir del patio de al lado.

-Hag ¿qué es ese espantoso ruido?... no es posible que en mi primer día libre no me dejen ni siquiera desayunar en paz.- dijo ella sumamente irritada a la par que se tapaba los oídos.

Se dirigió a la puerta principal de su casa abriéndola de forma presurosa y con enojo, dando unos pasos fuera; ya en la calle se percato del hecho de que en frente de la casa de su vecino se encontraba un camión del cual provenía dicho ruido y un hombre mayor que salía de él, cargando un inmenso paquete, que a la vista de Sakura parecía ser muy pesado.

-Pero que… ¿está loco?... esa casa a estado vacía por meses, já le deben haber jugado una broma de muy mal gusto.- menciono para sí la pelirosa en tono burlón mofándose de aquel hombre, entretanto se daba media vuelta para entrar de nuevo a su hogar.

Pero en cuanto estaba a un paso de ingresar de nuevo a su vivienda, se detuvo de golpe al escuchar como la puerta de la casa vecina, que por mucho tiempo había estado deshabitada, se abrió lentamente, Sakura se giro con sosegados movimientos y logro divisar una silueta masculina saliendo por aquella puerta, era un joven alto, delgado, de apariencia fuerte, con una tez blanca, unos hermosos y profundos ojos miel y de un cabello rojo como el fuego, un muchacho que a la vista de cualquier jovencita parecería muy, pero muy atractivo.

-¿P-pero… q-que demonios?... si esa casa… yo… y… ¿pero que no estaba vacía?- tartamudeo para sus adentros sumamente asombrada y con el amargo sabor de la equivocación en su boca; mientras que el señor, que había ya bajado de aquel camión, se dirigió a aquel muchacho pelirrojo, dejo el paquete en el suelo y le dio a firmar un documento necesario para la entrega de aquel extraño envoltorio. Habiendo firmado esto, el señor regreso a su vehículo dispuesto a partir, entretanto el joven tomo el paquete, que aun parecía pesar toneladas, sin ningún problema.

Camino con aquel envoltorio hacia su morada, cuando de repente escucho una voz proveniente de la casa de al lado que le decía: -¡Hey!... ¡Espera, por favor!- grito la muchacha de extraños cabellos rosas y ojos color jade.

-Oye… disculpa ¿cuándo es que te mudaste aquí?- dijo la pelirrosa con una tierna interrogante dibujada en el rostro.

-Hmp, por lo visto no eres muy observadora, me mude aquí hace seis días.- dijo el ojimiel con un tono de enfado y una expresión en su rostro que no demostraba emoción alguna.

-¡Ah!... pero que grosero y para tu información, no lo sabía porque estuve fuera, pero en fin, no creo que eso sea de tu incumbencia.- menciono ella un tanto molesta por la descortesía del pelirrojo, dándose media vuelta con la intención de dirigirse a su hogar.

-¡Espera!... ¿cuál es tu nombre?- pregono el de manera fía y con suma curiosidad por aquella muchacha de singular cabellera rosada que no parecía mostrar mucho interés en el, eso atrajo su atención.

-Hmmm… mi nombre es… Sakura… Haruno Sakura.- le respondió con algo de desconfianza.

Al escuchar el nombre de la ojijade, el joven pelirrojo abrió grandes sus ojos miel y en aquella profunda mirada se implanto un brillo casi malicioso, sin embargo su rostro aun no demostraba ninguna emoción.

-¿Y el tuyo?... ¿cuál es tu nombre? bueno… solo pregunto siendo que vamos a ser vecinos.- le cuestiono la pelirrosa con intrépida curiosidad pero sin mucho interés a la vez.

-Hmp, mi nombre es… Akasuna… Akasuna no Sasori.- respondió nuevamente con suma frialdad.

-Que nombre tan extraño.- pensó. –Hmmm… bueno no puedo decir que sea exactamente un placer, pero… gusto en conocerte, Sasori-san.- dijo Sakura mientras se dirigía a su casa y se despedía con la mano sin ánimo alguno.

Ya en su hogar se dispuso a terminar su desayuno con tranquilidad. Oh “tranquilidad” esa palabra lo significaba todo en esos momentos para la pelirrosa, pues lo que más deseaba era la paz y calma de su dulce, dulce hogar.

Un poco más tarde, dadas aproximadamente las tres de la tarde el timbre de la puerta sonó de forma inesperada. –Me pregunto, ¿quién podrá ser a esta hora?- pregunto para sí la ojijade, abriendo pausadamente la puerta encontrándose así a una rubia de ojos azules con una expresión un tanto picara en el rostro.

-Hola, Ino.- dijo nuestra joven Sakura sin una pizca de energía y con una cara de notable fastidio.

-Hola ¡¡frentona!!- dijo la rubia poniendo énfasis en esta última palabra y entrando en la casa con excesiva confianza.

Yamanaka Ino es la mejor amiga de Sakura desde que ambas eran niñas e incluso hasta ahora lo son, aunque no lo parezca, ella trabaja en el mismo hospital que la pelirrosa a diferencia de que la ojiazul no es médico, si no enfermera.

-Y… ¿qué te trae por aquí, Ino-cerda?- le cuestiono la ojijade remarcando aquella última palabra y con un semblante repleto de apatía.

-Pues dime… ¿qué es que no te aburres de estar en esta casa todo el día?... ¡ven! vamos a dar una vuelta por ahí, son tus días libres, tienes que divertirte.- dijo la rubia con emoción mientras tiraba del brazo de Sakura.

-Pues… no lo sé… y… ¿a dónde iríamos exactamente?- le respondió la pelirrosa un tanto pensativa.

-Hmmm… ¿qué te parece si vamos a la plaza?- replico ella con un tono animoso.

-Sí, me parece bien.- menciono la ojijade ya con un poco más de ánimo. –Solo espera un momento mientras me cambio de ropa.- dijo entretanto, se dirigía hacia su habitación.

-OK aquí te espero, pero no tardes mucho ¿sí?- dijo la ojiazul con un poco de impaciencia.

En menos tiempo del que la rubia imaginaba, la pelirrosa salió de su habitación vestida con un pantalón de mezclilla obscuro, una blusa negra, unos tenis negro con blanco y una chamarra con gorra que le llegaba hasta la cadera. Se había maquillado levemente y su rostro reflejaba juventud y frescura, se dejo el cabello suelto, sujetándolo a un lado con un hermoso broche en forma de flor de cerezo.

-Pudiste haberte arreglado mejor, Sakura ¿qué sucedería si en el camino te encuentras al amor de tu vida?- declaro en un tono burlón, mientras que levantando las manos a los costados y alzando lo hombros pronuncio lo siguiente. –Qué remedio… sin embargo, dentro de tu desfachatez te ves bien, ¡ven, vámonos ya!

-Cuanta amabilidad, pero en fin, lo pasare por alto esta vez mi querida Ino-cerda, además quiero estar cómoda en mis días libres que tanto me he ganado.- menciono sin más remedio que la resignación.

Se dirigieron a la entrada principal, la rubia abrió la puerta y se adelanto, mientras que Sakura salió unos segundos después y se dispuso a cerrar la puerta de su hogar con llave, camino detrás de Ino, dando vuelta, transitando por enfrente de la casa de su ahora nuevo vecino. Más de pronto y sin explicación alguna, en ese mismo instante la pelirrosa comenzó a sentirse terriblemente observada, como si por algún punto de la calle alguien le clavara la mirada con suma intensidad.

Caminaron un poco mas y la ojijade no dejo en ningún momento de sentir esa terrible sensación de ser perseguida con la mirada, poco a poco mientras andaba empezó a hundirse mas y mas es sus propios pensamientos, tratando de hallar una razón lógica del porque se sentía de esa manera, tratando de averiguar que era esa percepción de ser examinada a lo lejos.

No obstante, no era un sentimiento que pudiera ser ignorado con facilidad, a pesar de saber que detrás o adelante e incluso a los lados no había nadie, ella sentía por todos sus flancos como una profunda mirada era clavada en ella, como si el poseedor de esa potente mirada estuviese a escasos centímetros de ella.

De repente y trayéndola de golpe a la realidad, sintió como una cálida mano se posaba en su frente; abriendo los ojos con suma lentitud puedo divisar el poste que yacía delante de ella, percatándose con ello del dueño de dicha mano.

-Hmmm… deberías tener más cuidado de por donde caminas, mi querida y molesta vecina.- dijo un joven pelirrojo en un todo cargado de indiferencia y con una sonrisa maliciosa, mientras continuaba su camino.

-¡¿Qué?!... Mo-molesta yo… ¡pero que se ha creído!- dijo la ojijade de forma altiva, un tanto azorada por las palabras de aquel muchacho y la casi segura colisión con el poste que se situaba frente a ella, claro, eso de no haber sido por su nuevo y “dulce” vecino, Sasori.

-Sakura, pero… ¿qué te pasa?... y más importante aun… ¿quién es ese lindo muchacho?- pregunto la rubia en un tono sumamente lascivo y con una curiosidad implacable.

-¡¡Ah!!... ¿el?... es mi odioso nuevo vecino y no te pero…- articulo la pelirrosa como pudo debido a la confusión y siendo interrumpida por su amiga.

-¿Vecino?... pero… ¿qué la casa de al lado no estaba vacía desde hace ya mucho?-

-Sí, así es… pero…-

-Oh Sakura, te maldigo por tener un vecino tan sexy.- dijo la rubia sin prestarle mucha atención a su amiga, que yacía fastidiada por el reciente hallazgo de la susodicha.

-Bueno, en fin, eso no es importante, mejor sigamos nuestro camino ¿sí?- profirió la ojijade de manera presurosa y con la esperanza de que su amiga volviese en sí; la tomo del brazo y jalándola casi a la fuerza continuaron su camino.

-P-pero Sakura… espera ¿por qué no me lo presentaste?- le reclamo la ojiazul con un sentido de justicia en sus palabras.

-Si… si, si, otro día.- pronuncio esto de manera vana, ignorando por completo a la joven rubia y aun pensativa por esa extraña y sobrecogedora sensación de ser observada, entretanto miraba hacia atrás contemplando la espalda y nuca de aquel misterioso joven, mientras este caminaba por la acera.

Ya en la plaza, ambas se dispusieron a ver cuanta tienda de ropa, accesorios, muñecos de felpa, etc… se les pusiera enfrente, comprando así en abundancia, asunto que no era problema, pues Sakura como una medico hecha y derecha ganaba un sueldo bastante gordo, teniendo un talento nato para la medicina, siendo la mejor de su clase y habiendo estudiado como residente en uno de los mejores hospitales, para ella tener un buen trabajo como el que ahora poseía, era algo más que merecido.

-Oye, Ino… necesito ir al baño, ¿podrías esperarme un momento?- menciono la pelirrosa un tanto apenada mientras apretaba las piernas.

-Hmmm… está bien yo te espero aquí, anda ve, pero no te tardes ¿sí?- respondió con distracción mientras miraba un aparador, en el cual se hallaban unos hermosos vestidos.

Se dirigió hasta un rincón escondido en la tienda, abrió la puerta del baño con urgencia, este se encontraba totalmente vacío, entro en uno de los pequeños cubículos en donde se hallaban los retretes, cerró la puerta con seguro y justo cuando se disponía a bajarse los pantalones, pudo oír como la puerta del baño se abría estrepitosamente; escucho unos cuantos pasos que se acercaban al lugar donde ella se encontraba y por el hueco que quedaba debajo de la puerta logro divisar unos tenis color rojo con blanco, eran muy grandes, así que no le parecieron ser de una mujer… no… definitivamente no eran de una mujer, quien había entrado… era un hombre.

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