miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi dulce, dulce vecino Capitulo 2


Capitulo 2: “Intriga.”

Pudo oír como la puerta del baño se abría estrepitosamente; escucho unos cuantos pasos que se acercaban al lugar donde ella se encontraba y por el hueco que quedaba debajo de la puerta logro divisar unos tenis color rojo con blanco, eran muy grandes, así que no le parecieron ser de una mujer… no… definitivamente no eran de una mujer, quien había entrado… era un hombre.

Ese hombre que se había atrevido a entrar al baño de mujeres, en un lugar tan público como lo era la plaza; se detuvo justo enfrente del cubículo en el que se encontraba Sakura, se acerco y se quedo ahí, inmóvil.

-¿P-pero q-qué está pasando?- susurro aterrada la pelirrosa lo más bajo que pudo para no ser escuchada por aquel indeseado intruso, no obstante, eso era inútil pues aquel hombre ya se había percatado de su presencia. –Esos tenis… yo… ¿los conozco?- se pregunto a sí misma, una vez más susurrando.

Aquel individuo, acerco su cuerpo re pegándolo contra la puerta donde del otro lado se hallaba la ojijade, la cual logro notarlo por el simple movimiento de sus pies, este comenzó a respirar profunda y agitadamente, su respiración era tal que ella lograba escucharla a través de la puerta, de pronto su respiración se torno en un jadeo ronco y con eso, la joven supo que aquel hombre se había excitado.

El temor golpeo su cuerpo con fines de hacerla gritar, pero cuando estuvo a punto de hacerlo, escucho como la puerta del baño se abría y en cuanto esto sucedió un estruendoso grito se pudo escuchar dentro y fuera del servicio, aquel hombre salió corriendo con premura y la pobre y asustada Sakura abrió la puerta con un  nerviosismo tal, que le temblaban las manos; aspiro el aire que mucha falta le hacía en sus pulmones y así, pudo percatarse de un peculiar aroma que colmaba el ambiente, un extraño olor a… como explicarlo… ¿madera?… una colonia con una extraña fragancia de algún tipo de madera, aquella esencia ataco sus fosas nasales y se impregno en su ropa, inhalo hondo y con ello una ajena sensación se apropio de su cuerpo, si… era el olor de aquel hombre.

Ya afuera de aquel cubículo se encontraba una señora de mediana edad. -¿Se encuentra bien muchachita?- pregunto aquella mujer con amabilidad y el susto aun en la garganta.

-S-si… sí, estoy bien… muchas gracias, me ha salvado, por un momento pensé que…- le respondió pensativa la pelirrosa con el temor anidado en su mirada, imaginándose el peor de los escenarios finales, haciéndole esto incapaz de terminar aquella frase. –Di-disculpe señora, de casualidad… ¿pudo ver usted como era aquel hombre?- pregunto la ojijade temblando de solo recordar al susodicho y todavía con aquella sensación de creer haber visto anteriormente aquellos tenis, estaba segura de haberlos visto en algún lugar pero no podía recordarlo, sin mencionar ese aroma que el asediador había dejado tras de sí, le resultaba tan familiar.

-Hmmm… no, no pude ver como lucia, traía una chamarra negra con una gorra que le cubría prácticamente la mitad del rostro, solo sé que era un joven, un muchacho que parecía tener más o menos su edad, señorita.- le respondió aquella cordial mujer con algo de impotencia al no poder contestar con certeza.

-Bueno… de todos modos muchas gracias, realmente me ha salvado.- dijo un tanto aliviada, pero aun temerosa mientras se dirigía a la puerta del baño para salir de ahí.

-Por nada jovencita, tenga mucho cuidado.- dijo esto último alzando la voz debido a la lejanía de la pelirrosa.

-Sí, muchas gracias.- salió del baño y se dirigió hacia donde había dejado a su amiga, sin embargo, cuando llego ella ya no se encontraba allí. -¿Ino?... pero… ¿dónde se habrá metido?- pregunto para sí con algo de miedo, pues temía que algo malo le hubiese sucedido.

Después de unos segundos en los que la ojijade busco con la mirada y desesperación a su amiga, su teléfono celular comenzó a sonar, haciendo que diera un pequeño brinco, extrajo el aparado del bolsillo de su pantalón, era un mensaje de su desaparecida amiga, el cual decía lo siguiente: -Discúlpame Sakura, pero me han llamado del hospital, parece que va a venir un nuevo medico y quieren que organice unos papeles, en verdad lo siento.-

-Hmmmp… ¿un nuevo doctor?... ¡¡Ah!! Inoooo… por lo menos pudiste avisarme antes y yo aquí preocupándome por nada, y con este susto que todavía tengo atorado en la garganta.- se quejo la pelirrosa en un tono de suma molestia acompañada de curiosidad.

Camino un rato más por la plaza tratando de distraerse de aquel incidente que muy a su pesar la agobiaba en demasía, mas sin embargo, todo era inútil simplemente no podía sacarse aquel asunto de la mente, por lo que decidió dejar aquel suceso atrás y volver a su casa donde se sentiría más tranquila. Caminando por las calles sin parecer tener rumbo, su cabeza le daba vueltas y aquellas imágenes y pensamientos acerca de lo que sucedió en aquel baño, rondaban su cabeza una y otra vez, con solo evocar aquellos pensamientos su cuerpo recordaba el temor y temblaba sin control; de pronto y sin darse cuenta ahora transitaba frente a la casa de su vecino, solo un poco mas y llegaría a su seguro hogar.

-¡Auch!- susurro al chocar e impactarse con un duro y cálido pecho.

-Ten mas cui… oye… ¿te encuentras bien Haruno?... estas temblando.- dijo un muchacho pelirrojo tomándola por los hombros, en un tono que denotaba algo de preocupación.

-¿Eh?... ¿qué?... si… estoy bien… lo siento.- respondió distraída y entrecortadamente sin mirarlo a los ojos.

-Bien… si tu lo dices, creo que deberías descansar un poco, luces… como decirlo… agotada.- le menciono el ojimiel como un consejo simple y despreocupado, mientras regresaba a sus asuntos.

-Hmmm… si… gracias, eso hare.- mascullo abstraída en sus pensamientos, entretanto caminada con suma lentitud hacia su casa.

Una vez en su casa y siendo poco más de las siete de la noche, la joven y perturbada pelirrosa se dirigió a su cocina totalmente letárgica, tal cual de un zombi se tratase, con la intensión de prepararse una taza de té, una relajante taza de té verde caliente. Se recostó cómodamente en su sofá, abrigándose con una frazada, sorbiendo un poco de té, mientras el ambiente era iluminado por la tenue luz de una sola lámpara y así se puso a darle vueltas al incidente ocurrido en el baño de la plaza. Simplemente no podía dejar de pensar en aquel hombre, no podía dejar de escuchar su respiración y aquellos ruidos que dejaba escapar de vez en cuando, era como si él aun se encontrara ahí, a solo una puerta de distancia.

-Esos tenis… estoy casi segura de haberlos visto antes.- musito con intriga teniendo aun en mente lo ocurrido.  –Aunque… pensándolo de manera lógica… tenis como esos existen por miles, incluso cuando no sean un par muy común, aun así…- dijo tratando de darle sentido a aquel acontecimiento como mujer de ciencia y razón que se jactaba de ser. –Y además… ese aroma tan singular… ¿oyamel? o tal vez… ¿cedro?... estoy casi segura de que era cedro.- afirmo para sí tratando de ubicar aquella fragancia.

-Aquel joven…- tirito al solo acordarse.- Fue como si… él sabía que yo estaba ahí, es como si… hubiese entrado… por… mi…- se hablo así misma con el temor en sus ojos y una mirada ida, un escalofrió la recorrió desde la cabeza hasta los pies al imaginar lo que habría pasado si aquella señora no hubiese llegado a tiempo.

La preguntas clave que le rondaban la cabeza una y otra vez eran tan simples y a la vez tan complicadas, ¿por qué ella?, ¿por qué justo ahora? y la más importante de todas… ¿quién era él?... todo esto no le dejaba pensar con claridad, el miedo la corrompía y aunque ni siquiera había podido verlo, tenía una inexplicable sensación, una mescolanza de sentimientos que revoloteaban en su interior, angustia, curiosidad, miedo… todo eso era algo que limitaba su razonamiento y eso le molestaba.

-Pero… ¿quién demonios es él?- se pregono así misma sin esperanza de una respuesta.

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