miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi dulce, dulce vecino Capitulo 4


Capitulo 4: “Encuentro.”


El joven aspiro hondo el aroma que desprendía el cabello de la pelirrosa y diciéndole al oído con intensa morbosidad y un jadeo ronco que ella conocía muy bien lo siguiente: -Ha pasado tanto tiempo… ¿no crees? Sa-ku-ra.- expreso con una risita soberbia y paralizante.  

Inmediatamente, aquel hombre tomo con rapidez a Sakura acorralándola entre él y la pared, para ella todo paso tan rápido que no logro ni siquiera percatarse de en qué momento termino así, este se adhirió a ella con suma fuerza, estrujándola al punto de la asfixia, pero aun sin quitar su mano de la boca de la ojijade. Lentamente el fue retirando su extremidad, extendiendo así su dedo índice comprimiendo con él, suavemente, los labios de la pelirrosa en señal de que guardase silencio.

Sus aterciopeladas manos en un movimiento delicado se posaron en la cintura de Sakura, lentamente y con pulcritud el joven se acerco al cuello de ella e inhalo profundamente el perfume de esta y con ello empezó a ronronear de manera extraña y a murmurar cosas que la ojijade no alcanzaba a comprender, pues el miedo de ser ultrajada la había entorpecido. Un desagradable nudo se formo en su garganta, quería gritar, pedir ayuda, pero simplemente las palabras no salían.

-Po… p-por f-favor… s-suéltame.- articulo como pudo unas palabras de suplica que surgieron casi como un susurro.

-¡No!... no quiero… por fin te he encontrado y esta vez no te voy a dejar ir.- dijo el joven mientras acariciaba el cuello de la pelirrosa con la nariz. –Oh… Sakura… mi linda y hermosa Sakura, te he extrañado tanto… en verdad no te imaginas cuanto.- expreso mientras lamia lentamente su cuello con sumo placer, a lo que la ojijade en respuesta dejo escapar un pequeño gemido mientras sus mejillas se sonrojaban en un rojo vivo. –Por fin… por fin te tengo entre mis brazos.- hablo él mientras se situaba frente a ella, ahí, inmóvil y nada más.

Cualquiera hubiese pensado que esa era la oportunidad perfecta de la pelirrosa para identificar el rostro de su opresor, sin embargo, la obscuridad de aquella noche tormentosa era realmente espesa, tan espesa que nuestra joven Sakura solo lograba visualizar la silueta de aquel muchacho, sin mencionar que este tenía el rostro cubierto con la gorra de su chaqueta, así que lo único visible para ella, eran sus labios en los cuales se dibujo una siniestra sonrisa cargada de soberbia.

Una pequeña lágrima se le escapo a la ojijade y aquel hombre solo dijo: -No te hare daño, si es lo que estas pensando.- se acerco con lentitud. –Jamás lo haría…- y con esas palabras lamio aquella gota salina que rodaba por la mejilla de la joven médico.

Repentinamente los labios de aquel hombre golpearon los de la pelirrosa, haciéndole sentir un escalofrió que recorrió cada rincón de su cuerpo… rasgo la piel de su boca obligándole a abrirla con su lengua, no obstante, Sakura no se lo permitió. Retuvo sus hombros tratando de empujarlo, mas sin embargo, todo intento fue en vano pues la fuerza de aquel joven sobrepasaba por mucho la suya, mientras más lo empujaba mas se acercaba.

La joven médico gimió nuevamente ante el beso de aquel muchacho y su lengua erudita la invadió explorando su cavidad bucal, acariciándole el paladar y de vez en cuando los incisivos; mientras la besaba con pasión, como no queriendo soltarla jamás, aquel joven coloco sutilmente su rodilla entre las piernas de la medico frotando suavemente su intimidad, Sakura se estremeció fuertemente y con ello, y al notarlo, él apretó su cuerpo aun mas contra el de ella. Las mejillas de la ojijade le ardían y el pecho le dolía debido a los vertiginosos latidos de su corazón, así, la lejanía entre ella y aquel hombre se volvió nula.

Un remolino de emociones se suscitaron en el pecho de Sakura, era algo inexplicable, aquel joven era rudo pero suave, cálido y tierno a la vez y a pesar de que el miedo la consumía lentamente de adentro hacia afuera, aquella sensación tan familiar que su atacante le transmitía, debilitaba paulatinamente a la ojijade, podía sentir como sus fuerzas la abandonaban y tranquilamente la desamparaban a su suerte, provocando que se dejara llevar por aquel momento, el cual en su mente transitaba demasiado rápido.

El muchacho se acerco aun mas –si es que eso era posible- estrechándola con vigor, profundizando así el beso y en un impulso desenfrenado, tomo a la joven pelirrosa por los muslos, abriéndolos con delicadeza, como si de un botón de flor se tratase, y se acoplo ente ellos empujando su erección asfixiada por el pantalón contra su cuerpo, frotando lentamente su intimidad.

Pronto el contacto entre ellos se perdió paulatinamente y Sakura buscando aire, bajo la mirada a punto de ahogarse en lagrimas, y con aquella borrosa visión pudo divisar los distintivos tenis de aquel hombre. Sus labios acariciaban suavemente las mejillas de la ojijade, no quería permitírselo y sin embargo lo hacía, pues aquel sentimiento que a ella le parecía tan familiar impedía que le negara toda acción, el llanto se arremolino nuevamente en sus pupilas y justo cuando creyó que el peor de los desenlaces ocurriría…

-¡Tsk!- trono la lengua con enfado. –Debo irme, pero… nos volveremos a ver.- musito apresurado dejando escapar una risilla un tanto tétrica, mientras la soltaba lentamente y con cuidado, pero no sin antes darle un último beso en la boca, más curioso fue que sus labios apenas la rozaron, fue algo más parecido a una caricia.

La pelirrosa cayó de rodillas al suelo y un profundo llanto broto de sus ojos color jade, lloro por debilidad, por impotencia al no poder defenderse, pero más que nada, por permitirse sentir todo lo que había sentido. Cuando logro recuperarse de su exhaustivo sollozo, miro hacia su alrededor, el corredor se encontraba totalmente vacío, pero de pronto escucho unos pasos que se acercaban desde su izquierda. Tan pronto como logro vislumbrar una silueta, se levanto tan rápido como pudo, sin embargo, sus piernas parecían no responderle, como si no tuvieran fuerza suficiente para sostenerla por mucho tiempo más.

-¿Disculpe?... ¿hay alguien ahí?- se oyó una voz masculina en la lejanía.

Sakura se limpio velozmente las lagrimas y sus vestigios, se acomodo con prisa la ropa y con voz titubeante pregunto: -S-si… ¿q-qué desea?- en cuanto hubo dicho esto las luces de emergencia se encendieron y con ellas, logro al fin ver con claridad aquella silueta, esta era la de un hombre alto, de piel blanca un poco bronceada, delgado, de ojos azabache y un cabello negro como la noche.

-Disculpe… ¿usted es la doctora Haruno Sakura del hala de urgencias?- pregunto el muchacho azabache con formalidad e indiferencia.

-S-si… soy yo… ¿p-por qué lo pregunta?- pregono la pelirrosa con nerviosismo y un nudo en la garganta que no la dejaba hablar con claridad.

-Yo soy el nuevo medico del hala de psiquiatría… me pidieron que la buscara para arreglar unos asuntos con el jefe de hospital, mi nombre es Sasuke, Uchiha Sasuke, es un placer conocerla, doctora Haruno-san.- le menciono con apatía.

-A-ah… mucho gusto, Uchiha-san.- murmuro la ojijade casi desplomándose.

-¿Se encuentra usted bien, doctora?- pregunto una tanto extrañado por el comportamiento de la joven médico.

-S-si… es solo que tengo una terrible jaqueca y estoy algo exhausta… eso es todo.- invento al momento, para que el pelinegro no le hiciese más preguntas.

-De acuerdo… el jefe la espera en su oficina, la he estado buscando por un buen rato.- dijo Sasuke sin darle más vueltas al asunto.

-Está bien… iré enseguida, gracias.- expreso la pelirrosa de forma cortante, mientras comenzaba a dar pasos tambaleantes en dirección a la susodicha oficina.

-Le acompaño, al parecer también desea hablar conmigo.- musito con frialdad.

-Sí, adelante Uchiha-san.- dijo la ojijade ya un poco más calmada.

Caminaron un poco por un largo pasillo y subieron unas cuantas escaleras, la pelirrosa se encontraba totalmente absorta en el transcurso del camino, su mente se encontraba en otra parte y en ella se repetía una y otra vez la imagen de aquel hombre, sin mencionar que sus ideas eran un total desastre, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido, en ese misterioso joven, en sus carisias, sus besos, aquello que le había hecho sentir y los mas importante… su identidad, ¿quién era aquel hombre? Pues a pesar de que la ojijade no conocía nada de él más que su aroma, el parecía saber bastante de ella, incluso le hablo como si ya se hubiesen conocido, la pelirrosa estaba confundida, no sabía qué hacer o que pensar, repasaba cuidadosamente cada detalle de lo que había ocurrido con anterioridad, sin esperanza de una respuesta.

-¿Sakura?...- cuestiono en la distancia una voz que le pareció reconocer, trayéndola de vuelta a la realidad.

-¿S-sasori?... pero… ¿qué haces aquí?- pregunto desorientada la joven médico.

-Vine a acompañar a un amigo y a su hermano menor, Sasuke.- dijo señalando al susodicho con disimulo. -¿T-tu qué haces aquí?- le pregono el pelirrojo con una mirada un tanto extraña y algo de disimulado nerviosismo.

-Y-yo… yo trabajo aquí, soy médico en urgencias.- le menciono la pelirrosa aun sorprendida mientras su corazón comenzaba a latir un poco más rápido de cómo usualmente lo hacía.

-Un momento, ustedes dos… ¿se conocen?- pregunto el azabache un tanto confundido.

-¡Ah! si, lo siento, por un momento olvidaba que eres doctora, Sakura, no sabía que trabajaras aquí… mira Sasuke-kun ella es mi vecina de al lado, Haruno Sakura y como ya te había dicho el es el hermano de mi amigo.- aclaro el ojimiel señalando respectivamente a los susodichos.

-Sí, ya nos hemos presentado… no tenía idea de que lo conocieras.- le menciono la ojijade al Akasuna con algo de nerviosismo, pues aparentaba ser una situación un tanto enredada.

De pronto, de la oficina donde fuera se encontraban Sakura, Sasori y Sasuke, salió un muchacho delgado con cabello largo y negro amarrado en una coleta que físicamente se parecía mucho al joven azabache.

-Mira Sakura, el es mi amigo y el hermano mayor de Sasuke-kun, Itachi.- le menciono a la pelirrosa en un tono neutro.

-Mucho gusto.- dijo ella con seriedad mientras hacia una leve reverencia.

-Ella es mi vecina, la doctora Haruno Sakura.- agrego el ojimiel.

-El gusto es mío, doctora Haruno.- le respondió con amabilidad e indiferencia a la vez.

-Y… ¿qué sucedió haya adentro?- pregunto el pelirrojo vanamente.

-Realmente nada, el jefe dijo que quiere hablar con Sasuke y la doctora Haruno a solas, cuestión de presentaciones o algo así, cosas sin importancia, ya podemos irnos no hay de qué preocuparse.- expreso el mayor de los Uchiha sin cambiar su expresión.

-Bien… entonces vayámonos, ya no hay nada que hacer aquí, parece que Sasuke-kun se las puede arreglar solo.- dijo el ojimiel con pesadez mientras de reojo le lanzaba una recóndita mirada al joven azabache. –Me dio mucho gusto encontrarme contigo Sakura, nos vemos luego.- se dirigió a la pelirrosa cambiando aquella fría expresión en una cálida sonrisa. –Adiós, Sasuke.- dijo en tono bajo mientras caminaba a la par de Itachi.

Hasta luego, Sasori.- se despidió la joven alegremente y con una sonrisa de oreja a oreja, sonrojándose levemente.

Ambos doctores se dispusieron a entrar a la oficina del jefe de hospital como se les había indicado, ya dentro el jefe, Hatake Kakashi, un hombre ya entrado en sus treinta, de joven apariencia, delgado, de piel blanca, ojos gris obscuro y un extraño cabello color plata. Este los presento, le menciono al joven azabache que Sakura era una de las mejores y más inteligentes facultativas en todo el hospital y que personalmente había sido una de sus mejores alumnas. –Si tienes alguna duda sobre el funcionamiento del hospital, consúltala con ella.- le dijo despreocupadamente. Así mismo a la pelirrosa le menciono que Sasuke era el mejor de su clase y por ello lo habían trasladado a este hospital para titularse por fin, como médico en psiquiatría. –Ayúdalo en lo que puedas.- le pidió como mera formalidad. A pesar de que ambas halas no mantenían relación alguna, dado que ambos sostenían un alto desempeño en sus áreas, Kakashi decidió presentarlos con la intensión de que Sasuke se adaptara con mayor facilidad y ganara algo de competitividad.

Dicho esto les ordeno retirarse y volver a sus respectivas actividades, ambos salieron de aquel despacho y siguieron sus caminos correspondientes. Para suerte de nuestra pelirrosa esa noche no le turnaba montar guardia, así que no tendría que quedarse hasta el amanecer; eran pasadas las once de la noche así que la ojijade se dirigió hacia los vestidores y ahí se encontró con el nuevo medico del pabellón psiquiátrico, ambos se presidieron una leve reverencia el uno al otro y prosiguieron con sus asuntos. Sakura se trasladado hasta su locker y de este saco su maleta y otras cuantas cosas, se dispuso a retirarse para lo cual se vio forzada a pasar nuevamente frente al tan peculiar Sasuke, persona que a la pelirrosa le parecía un tanto molesta y engreída.

Al pasar cerca de él, este tiro accidentalmente una chaqueta negra con gorra, la joven medico la recogió amablemente, de pronto sus ojos se abrieron desmesuradamente, se volvieron vidriosos y el pánico se apodero de ella, aquella chamarra despedía un inconfundible aroma, una esencia que la ojijade conocía muy bien, era la colonia de aquel hombre, el joven que por poco la violaba ese mismo día.

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