miércoles, 9 de noviembre de 2011

El Marionetista Cap 3

Capitulo 3: "Mitades que encajan."

-¿Sakura?- pregunto el joven con tierna voz y una amplia sonrisa en su rostro. -Dios no lo puedo creer, ese lindo cabello rosa es inconfundible.- le dijo en afirmación, mirándola profundamente mientras se levantaba y le extendía la mano en señal de ayuda. -Definitivamente eres tu… Sakura.-

-Entonces… si eres tu Sasori.- dijo la ojijade con suma felicidad, levantándose del suelo con ayuda de aquel muchacho, mientras le daba un fuerte abrazo.

Aquel joven de buen cuerpo, cabello rojizo como brasas encendidas, profundos ojos miel y tez blanca, era el muchacho del que le había hablado a su mejor amiga hace tan solo unas cuantas horas, su nombre era Akasuna no Sasori, un joven tan solo tres años mayor que ella, residía originalmente en la ciudad de la arena, en el país del viento, el país vecino del fuego.

-Es increíble Sakura, cuanto tiempo sin vernos.- dijo correspondiendo al fuerte abrazo que inicio la pelirrosa.
En ese momento ambos sintieron una pulsación que era enviada a lo largo de todo su cuerpo, debido al reciente y tan cercano contacto, pronto se distanciaron con lentitud y la joven medico solo pudo dejar escapar un sonrojo que parecía quemarle las mejillas. Generalmente la ojiverde tenia un carácter fuerte y decisivo, no obstante, sentía desde su interior que la simple presencia del joven ojimiel la debilitaba en lo mas profundo de sus ser, tanto que no podía pensar con claridad, pronto todos sus problemas se esfumaron de su mente y no pudo mas que pensar en el actual reencuentro, con aquel al que siempre había esperado.

-Y… dime Sasori ¿Qué te trae hasta aquí?- pregunto ella sumamente extrañada mientras le ayudaba a recoger las compras, que se habían dispersado por todo el suelo debido al anterior accidente.

-Pues veras…- dijo vagamente mientras le entregaba a la ojijade la bolsa con lo que había comprado minutos atrás. -Mi abuela esta un poco enferma, y fue trasladada con urgencia al hospital del centro de la ciudad de konoha, y como mis padres… ya no están mas… vine hasta aquí para ver como seguía.- dijo con un tono lleno de preocupación a la par que agachaba la cabeza con tristeza.

-Si Chiyo-baasama me contó lo de tus padres ¡lo siento mucho!… en verdad, pero dime… ¿ como se encuentra ella?- dijo la pelirrosa afligida mirándolo con ternura.

-Los doctores dicen que ya se encuentra mucho mejor, cuando quieras podemos ir a verla juntos, claro si tu quieres, Sakura.- dijo ya con mas animo, tratando de ocultar su vergüenza, pues su orgulloso carácter no le permitía expresar actitudes de esa magnitud.

-¡Por supuesto!, eso me encantaría, sabes que la considero como mi abuela también.- dijo ella con una modesta sonrisa en su rostro. -¿Hace cuanto que llegaste a la ciudad?- pregunto con curiosidad.

-Hace poco… menos de un mes, la verdad es que… había querido visitarte pero ya no vives donde antes ¿no es así? Y pues no tenia ningún indico de cómo localizarte.- le menciono un tanto nostálgico el ojimiel.

-Si me mude hace ya algún tiempo, y pues mis padres están de viaje, ya sabes.- dijo con pesar la joven.

-Y… ¿vas a tener algún invitado?, parece que tendrás una cena un tanto intima.- dijo el mirando las bolsas que sostenía la ojiverde un tanto decepcionado y con un brillo en sus ojos cargado de imperceptible enojo.

-No… ¡no! Para nada como crees… solo quería celebrar… ¡yo sola!, es solo que me dieron un acenso en mi trabajo, por decirlo así.- exclamo con nerviosismo, mientras movía la mano en señal de negación.

-Oh… ya entiendo, parece que te ha ido muy bien, me alegro por ti.- le sonrío de manera tan tierna y sincera que la joven pelirrosa sintió por unos instantes que el corazón se le paraba.

-Y dime ¿Dónde te estas quedando?- indago ella con suma curiosidad.

-Pues… por el momento me estoy quedando en un hotel al centro de la ciudad.- le respondió vagamente.

-D-dime… S-sasori… ¿te gustaría venir a cenar a mi casa esta noche?, es solo que creo que compre demasiada comida para mi sola, y ahora que por fin nos encontramos después de tanto tiempo, me gustaría platicar un poco más contigo.- dijo sumamente avergonzada ruborizándose a más no poder.

-Me encantaría…- sonrío de modo peculiar y acompañando esa sonrisa se dibujo en sus ojos un brillo un tanto malicioso.

Caminaron tan solo unas cuantas calles mas hasta llegar a un gran edificio de departamentos donde vivía la pelirrosa, subieron por el elevador hasta el tercer piso, y con lentitud ambos entraron en aquel apartamento.

-Pues… mira aquí es donde ahora vivo, no es muy grande, pero es agradable.- le comento ella mientras cerraba la puerta de su hogar y se dirigía a la cocina con la disposición de sacar las recientes compras.

-Si, este lugar parece muy acogedor.- dijo el pelirrojo mientras inspeccionaba con la mirada el lugar. -Déjame ayudarte.- le dijo el acercándose a la cocina posándose a un lado de Sakura.

Ambos prepararon la cena, era de especificar que a la pelirrosa aquello de la cocina nunca se le había dado muy bien y eso el ojimiel lo sabia a la perfección, no en vano cuando eran niños el le servia de conejillo de indias para probar sus inusuales y poco apetitosos platillos. Ambos prepararon una suculenta pasta en salsa de tomate estilo italiana y la acompañaron con una no menos despreciable encalada mixta, la ojijade acomodo todo de manera impecable en la mesa, poniendo así dos platos dos copas, y los platillos junto con el vino en el centro.

-Vaya Sakura, parece que has mejorado mucho en tus artes culinarias, recuerdo que cuando éramos niños siempre me hacías comer unos extraños pasteles que sabían a lodo.- comento el en una carcajada llena de diversión, mientras sacaba una silla ofreciéndosela a su acompañante en una señal de caballerosidad.

-Ja… ja… ja… que gracioso eres Sasori, aunque… si mal no recuerdo tu siempre te comías todo lo que yo preparaba sin decir una palabra, aun si sabia espantoso.- dijo ella tomando asiento mientras se reía de forma burlona y entretenida.

-Bueno… que querías que hiciera, no lo podía evitar, eras una niña tan linda que no podía negarte nada.- dijo el de manera soberbia pero tierna a la, vez mientras se sentaba frente a la joven medico.

-¿¡L-li-linda!- tartamudeo sumamente nerviosa sonrojándose a mas no poder.

-Jajaja, mira te has sonrojado, como me lo imagine, aun eres muy linda.- dijo el riendo de forma lasciva y un tanto arrogante, mientras la miraba profundamente.

La pelirrosa no podía evitar comportarse de esa manera frente a el, ella siempre desde que era tan solo una niña había tenido una carácter orgulloso, decisivo y muchas veces los otros niños la tachaban de ogro por el mal temperamento que usualmente tenia, sin embargo, cuando se encontraba al lado de Sasori, no era capaz de comportarse como normalmente lo hacia, de vez en cuando frente a el dejaba salir su mala personalidad lo cual era perfecto pues el ojimiel no era ninguna perita en dulce, un niño siempre mimado por su abuela, arrogante soberbio, inteligente y calculador, las personalidades de ambos no eran unas que usualmente chocaran como suele suceder con personas de semejante índole, si no unas que se complementaban la una a la otra.

Ese pesado carácter que la pelirrosa cargaba consigo contrarrestaba a la perfección la soberbia y arrogante personalidad del pelirrojo, no cabía duda de que habían nacido el uno para el otro y el destino lo sabia con claridad, que ellos eran dos mitades que encajaban con suma precisión, no en vano había arreglado el reencuentro perfecto para ellos, no obstante, aun no sabían el enorme obstáculo que este les pondría para probar si el sentimiento que tenían el uno por el otro, podría calificarse como verdadero amor o simple atracción.

Terminando de cenar, se sirvieron un poco mas de vino y ambos se miraron fijamente, iniciando así una intensa platica para recuperar el tiempo perdido.

-Y dime Sakura… ¿en que trabajas?.- pregunto el mientras sostenía su copa de vino y la balceaba de un lado a otro, mirando con un profundo interés a la joven pelirrosa.

-Pues veras, soy medico forense y trabajo en el "Centro de análisis forense" de la ciudad.- le respondió con timidez tratando de mirar a otro lado con disimulo. pues la intensa mirada que el joven clavaba sobre ella la ponía sumamente nerviosa. -Y tu ¿a que te dedicas?.. Sasori.- pregunto con inquietud y curiosidad.

-Pues trabajo en el Instituto Medico del la ciudad de la arena en el área de Investigación Química, es una ocupación que realmente me agrada, aunque lo considero solo como un trabajo de apoyo, lo que realmente me gusta es el arte, de hecho e puesto algunas exposiciones por todo el país de viento.- dijo de manera un tanto extraña y misteriosa, mirando aun con sumo interés a la joven ojijade.

-¿Enserio?… que interesante, pero dime, ¿Qué clase de artista eres?- pregunto ella muy asombrada ante la remunerada profesión del joven y la manera tan afable con la que hablaba de ella.

-Pues veras… mi arte es…- fue interrumpido inesperadamente por el teléfono que sonó de forma imprudente en aquella habitación.

-Ah discúlpame Sasori.- se levanto de la mesa un poco apurada pero mas que nada un tanto molesta por la interrupción.
-Si no te preocupes.- le contesto amablemente con una sonrisa en su rostro.

-Residencia Haruno ¿Quién habla?- dijo levantando el auricular llevándoselo al oído pronunciando aquellas palabras de manera seca y un tanto fría.

-Doctora Haruno soy el detective, Uchiha, le llamo a su casa por que su celular parece ser que estaba apagado.- dijo el joven al otro lado del teléfono, un tanto eufórico y un tanto distante a la vez.

-Ah detective Uchiha-san es usted, dígame ¿Qué sucede?- dijo ella ya con un tono un poco mas amable.

-Bueno usted me dijo que le avisara si algo ocurría respecto al caso, así que le pedí a la medico en jefe que me diera su teléfono, mi compañero y yo hemos arrestado a un sospechoso de ser el asesino su perfil encaja favorablemente, a excepción de unos cuantos detalles, eso era todo, disculpe si la moleste.- dijo el joven detective de forma seria al otro lado del auricular.

-No… no se preocupe, no es ninguna molestia y por favor si se entera de algo mas hágamelo saber, sin duda parece que cada vez estamos mas cerca de encontrar al asesino.- le respondió con sensatez.

-Esta bien, nos vemos doctora.- dijo el en un tono de molesta vergüenza.

-Nos vemos, y gracias por informarme detective, Uchiha-san.- dijo ella a la par que colgaba el teléfono.

-¿Quién era?- pregunto el joven ojimiel extrañado, con una mirada levemente cargada de furor.

-Alguien del trabajo, nada importante.- respondió secamente tratando de eludir aquella pregunta, en esos momentos no deseaba pensar en el trabajo y menos aun en el detective Uchiha, no mientras estuviera al lado de Sasori, quería tan solo disfrutar del aquel momento para los dos. -Ven sentémonos en el sofá.- le tomo por la mano con una sonrisa. dejando su compa de vino en la mesa conduciéndolo hasta aquel mullido sillón.

-Esta bien.- dijo el en tono venéreo dejándose guiar por la muchacha.

Llegaron hasta el sofá que se encontraba en la sala, y se sentaron uno al lado del otro mirándose fijamente, en la obscuridad de aquel lugar, alumbrado por la tenue luz de una lámpara. Este parecía el momento perfecto para que la ojijade le revelara por fin sus sentimientos al joven pelirrojo, el corazón le latía aceleradamente, las mejillas le ardían y la ropa le pesaba por el creciente calor en la habitación.

-¡Quiero decirte algo!- dijeron de manera exaltada al mismo tiempo.

Ambos se miraron a los ojos de matera divertida por aquella peculiar coincidencia al hablar, el joven ojimiel la tomo por los hombros de manera suave y acerco con lentitud a su rostro al de ella diciéndole al oído únicamente dos palabras que inundaron de una incontenible felicidad el interior de Sakura.

-¡Te amo!- le susurro con ternura y lujuria al oído, provocando con esto que la pelirrosa abriera grandes su ojos en un brillo lleno de dicha.

Lentamente la ojijade se dejo recostar en el sillón y el joven Sasori se acoplo sobre ella con delicadeza. En un arrebato de pasión se apodero de los labios de la joven en un dulce e intenso beso, ella podía sentir la lengua del pelirrojo delinear sus labios mordisqueándolos con suavidad de manera sensual; en un movimiento casi desesperado la joven rodeo el cuello del ojimiel tratando de profundizar aun mas el beso, la distancia entre ellos pronto se desvaneció y el tiempo pareció haberse detenido ante las implacables caricias de el.

Pronto el contacto se perdió y pausadamente se separaron para tomar un poco de aire, tomo el rostro de la joven y con ambos pulgares acaricio las mejillas que estallaban en un venéreo rojo cual carmín, ella rozo con sus suaves y finas manos las de el y en un susurro pronuncio de manera tierna e impúdica lo siguiente: -Yo también te amo Sasori.- y diciendo esto lo acerco a ella en un súbito jaloneo aprisionando con pasión los labios del ojimiel, no podía esperar mas, esa pasión, esa lujuria, ese sentimiento le quemaba por dentro, y solo había una cosa que podía calmarla, el y nadie mas que el…

El muchacho coloco una mano a un costado de ella apretando así la tela del sofá, continuando con aquel desenfrenado y lubricado beso, de pronto sus pantalones comenzaron a apretarle a quemarle, sentía un ofuscarte dolor en su entrepierna que no podía resistir, mientras aun la besaba comenzó a desabotonar con infinita impaciencia la camisa de la muchacha , mientras que esta lo abrazaba con vigor, pronto logro deshacerse de la estorbosa blusa que ella llevaba, y así por encima del negro sostén comenzó a masajear con delicadeza los pechos de la joven dejándose deleitar por aquella inigualable suavidad.

Los labios del ojimiel pasearon desde el mentón hasta el cremoso e irresistible cuello de Sakura, lo lamió suavemente y con desesperación aspirando así el cargado aroma a cerezos y lubricidad que esta emanaba, pronto se deshizo del sostén de esta, dejando así al descubierto dos cimas de color cremoso más dos pequeños botones sonrosados que ahora estaban endurecidos por el ardor de las caricias, en las que él era el promotor. ¡Ahh!…- gimió hilarantemente la joven ante el erudito contacto.

-Sakura… eres realmente hermosa.- dijo con una ternura atestada de erotismo, mientras sonreía ante la perfecta imagen de su amante bajo sus brazos,su frente repleta de sudor, sus cabellos rosas esparcidos por el cojín del sillón esbozaba gemidos, que lo animaban a que no se detuviera.

-N-no… no ¡ah!… no digas cosas tan vergonzosas.- le suplico en un susurro ahogado en placer, mientras giraba su cabeza aun lado apenada, gimiendo ante el repentino acto de el joven, que comenzó a lamer de forma impaciente sus pechos, saboreando con ello el exquisito sabor de la cremosa piel de la muchacha.

-Pero es la verdad… ni en mis mas dulces sueños habría sido capas de imaginarte así, tan bella, tan magnifica, tan mía.- dijo en un tono sensual, con un fogoso brillo en sus ojos, mientras le temblaba la voz, pues el angustiante dolor entre sus piernas se hacia cada vez mas grande y molesto.

-¡S-sasori!- grito llena de satisfacción.

El joven pelirrojo se deshizo de sus prendas con rapidez quedando únicamente en calzoncillos, despojo audazmente a la pelirrosa de su falda rasgando las medias y bragas de esta en un movimiento desenfrenado, dejando así al descubierto la intimidad de esta, haciéndola gemir nuevamente, ante su brusquedad. Se acerco con lentitud a su rostro frotando su miembro semi descubierto contra la tersa piel de la pelirrosa, sintiendo así un poco de calma ante aquel punzante dolor.

-Te deseo Sakura…- dijo en tono desesperado restregando su rostro en el pecho de ella, delineando con su dedo índice los rosados e hinchados labios de la ojiverde, bajo suavemente con su dedo recorriendo el cuello, el pecho, el abdomen y el vientre de la joven hasta llegar a su intimidad.

-¡Ahh! Sasori… ¡Sasori!.- grito extasiada, al sentir la mano tibia del ojimiel en su parte mas intima y rodeando con sus brazos la cabeza de este apretando entre sus delgados dedos el rojizo cabello del muchacho.

Este comenzó a masajearla de manera delicada y suave, introduciendo de vez en cuando su dedos en pequeños movimientos circulares, la beso con ternura un par de veces en la mejilla, y se levanto ligeramente, deshaciéndose de sus boxers tomando entre sus manos su palpitante miembro, restregándolo contra el vientre de la ojijade.

-H-hazlo… Sasori…- dijo ella en voz baja, sumamente agitada.

Nuevamente se acerco a su rostro y la miro con profunda ternura y morosidad, con suavidad y en un movimiento sumamente lento comenzó a penetrarla, adentrándose enteramente en ella, se quedo por un segundo inmóvil, sintiendo el placentero alivio que le provocaba estar dentro suyo.

-Eres un poco estrecha.- le susurro levemente en el oído haciendo la gemir una vez mas.

-S-sasori… Ahh…- pronuncio de manera tenue con un leve quejido que dejo escapar en el momento en que el joven ojimiel comenzó a moverse.

Cada empujón entraba con fuerza y sacaba gimoteos sentenciados por el placer, mientras su lengua saboreaba el dulce sudor que bajaba por el cuello de la pelirrosa, esta se aferro con fuerza a el clavándole la punta de los dedos en su espalda desnuda, ambos se encontraban nublados de placer, una y otra vez, entraba y salía al compás de sus placenteros gemidos.

Embestidas enardecidas y briosas, que pasaron a ser descoordinadas al sentir cercano el éxtasis. -¡Ahh!- pronuncio la ojiverde en un gemido que fue bebido apasionadamente por el pelirrojo, excitado quería que ella fuera toda suya, y no podía dejar escapar tan preciados sonidos de su boca, debían ser suyos y para nadie mas. Unas cuantas embestidas mas y el se derramo dentro de ella, dejando escapar así con cada gota todos los reprimidos sentimientos hacia la joven.

Exhausto se dejo caer en el pecho de la muchacha, ambos respiraban de manera agitada al unísono, y entonces se perdieron en aquellas respiraciones, como un canto celestial que los arrullaba, nada mas existió en aquel momento, solo ellos dos y nadie mas; beso sus labios con suavidad, muy distinto a como lo había hecho anteriormente, mientras una de sus manos acariciaba su rosada cabellera, se quedaron abrazados, ahí inmóviles por un tiempo mas, y posteriormente con lentitud, como no queriendo que aquella situación terminara, recogieron sus ropas del suelo, y se dispusieron a vestirse.

Entre tanto y repentinamente sonó el timbre del apartamento, aquel o aquella que se encontrara al otro lado de la puerta parecía llevar prisa, puesto que apretaba el timbre como si su vida dependiera de ello; acomodando sus ropas rápidamente Sakura se dirigió hasta la entrada, y un tanto temblorosa por el reciente acto de pasión que había llevado acabo junto con el ojimiel, abrió la puerta en un movimiento lento y tranquilo, para su desgracia aquel con quien se topo era con quien menos se había imaginado.

-D-detective… U-uchiha-san.- dijo tartamudeando y un tanto avergonzada por la apariencia que en esos momentos presentaba.

-¡Doctora Haruno!- respondió el joven azabache un tanto atónito ante la desalineada imagen de la medico.

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