miércoles, 21 de diciembre de 2011

Mi dulce, dulce vecino Capitulo 5


Capitulo 5: “Misterio.”

Al pasar cerca de él este tiro accidentalmente una chaqueta negra con gorra, la joven medico la recogió amablemente, de pronto sus ojos se abrieron desmesuradamente, se volvieron vidriosos y el pánico se apodero de ella, aquella chamarra despedía un inconfundible aroma, una esencia que la ojijade conocía muy bien, era la colonia de aquel hombre, el joven que por poco la violaba ese mismo día.

La pelirrosa no podía creer lo que sus cinco sentidos estaban presenciando en ese mismo instante, por un segundo el miedo la inmovilizo, jamás se hubiese imaginado que su atacante y perseguidor fuese aquel nuevo medico del hala de psiquiatría… Uchiha Sasuke, es decir, que mas prueba irrefutable se necesitaba que la chaqueta que llevaba puesta cuando la agredió y ni que decir del tan peculiar aroma que esta desprendía, aroma que solo había detectado en aquel hombre, no cabía duda, era él, Sasuke era su agresor.

La ojijade con mirada absorta y sus pensamientos hechos un caos, dejo caer inconscientemente la chamarra, sus manos comenzaron a temblar debido al miedo y nerviosismo y una lividez inundo su rostro.

-¿Se encuentra bien… doctora Haruno?- pregunto el azabache un tanto extrañado por la reacción de la joven, mientras extendía una mano para alcanzar su hombro en un gesto de modesta preocupación.

Sakura reacciono inmediatamente a esto, golpeo con fuerza la mano del pelinegro, tomo su maleta con vigor y salió corriendo de ese lugar tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Pronto logro salir del hospital, sin embargo, no se detuvo, necesitaba escapar, así que a pesar de la robusta tormenta la pelirrosa siguió corriendo, después de todo era lo único que podía hacer… huir. Acelero el paso casi como un reflejo de su mismo miedo, quería pedir ayuda, pero algo muy dentro se lo impedía, un sentimiento que la imposibilitaba mentalmente para hacerlo, sin mencionar que no deseaba preocupar a sus amigos y familiares con sus problemas.

Pronto sus fervientes pasos la condujeron hasta la calle en donde ella vivía, de repente y sin que la ojijade se percatara, pues estaba demasiado confundida  y aislada en sus pensamientos como para notarlo, choco con algo o mejor dicho, con alguien.

-Oh… Sakura ¿cómo esta-?... Sakura pero… ¿qué te sucedió?... ¡estas toda empapada!, ¿te encuentras bien?- pregunto azorado el joven pelirrojo al ver a su amiga en ese estado, mientras que la tomaba por los hombros dejando caer así, una bolsa de plástico llena de comestibles y su paraguas.

-¿Sa-sasori?- pregunto desorientada en un susurro al percatarse de con quien se había topado y entre sus brazos comenzó a llorar amargamente, entretanto lo abrazaba con tal fuerza que aparentaba no querer separarse nunca de él.

-¿Qué pasa, Sakura?... ¿acaso te ocurrió algo?- le cuestiono sumamente angustiado por su llanto, correspondiendo a su abrazo.

-¡P-por favor, Sasori!... t-tengo miedo.- mascullo la ojijade temblando y aun abrazándole con auge.

-Ven, vamos… te llevare a tu casa.- dijo el ojimiel recogiendo la bolsa y el paraguas, sosteniendo a Sakura por el hombro conduciéndola así hasta su residencia entretanto la cubría con el paraguas para que no se mojase aun mas.

Ya dentro de su hogar y en compañía de Sasori, la pelirrosa comenzó a calmarse poco a poco, no obstante, su cabeza aun le daba vueltas debido a la confusión que este asunto ejercía sobre ella. El joven pelirrojo le indico que sería mejor que se cambiase de ropa, pues al haberse mojado tanto bajo la tormenta podría pescar un resfriado. Se dirigió hasta su habitación y cambio sus ropas húmedas por unas secas, poniéndose un pantalón de algodón gris y una playera blanca de manga larga, salió poco tiempo después y en la pequeña sala de su casa le esperaba su amigo y vecino, con dos tazas de té caliente sobre la mesa.

-Espero que no te importe que hurgara un poco en tu cocina… ¿ya te encuentras mejor?- pregunto él con calma, mientras le extendía la mano con la que sostenía una taza, ofreciéndole esta. 

-S-si… muchas gracias, Sasori.- susurro la pelirrosa aceptando la taza de té y sentándose en el sofá un tanto alejada de su joven amigo.

-Bueno… entonces… ¿podrás contarme que sucedió para que te pusieras así?- le cuestiono el ojimiel con una calma perturbadora.

-Lo que sucede… es que yo… lo siento.- dijo ella titubeante mientras bajaba la mirada, temía que él no creyera su historia y más aun, que se hiciera una idea equivocada de ella.

-Está bien… si no quieres contarme es porque tienes tus razones.- le expreso mientras terminaba rápidamente de beber el poco té que quedaba en su taza. –Solo… no te esfuerces demasiado ¿sí?... por como estabas hace un momento parecía que habías visto a un muerto.- expreso mientras se levantaba lentamente del sofá. –Realmente me preocupas y quiero ayudarte… lamento que no confíes en mí.- musito con molestia ante la desconfianza de su joven amiga dirigiéndose a la entrada principal.

-¡No!... Sasori espera, no te vayas… no me dejes sola… por favor.- le rogo con desesperación, pues  temía quedarse a solas en su casa, temía que aquel hombre, su atacante, Sasuke, volviera para terminar lo que había empezado, sin mencionar que no quería que su vecino, su ahora tan preciado amigo se resintiera con ella por creer que no lo consideraba de fiar. –Te diré todo lo que paso pero… por favor no te vayas.- le expreso con firmeza en sus palabras pues había decidido confiar plenamente en el, después de todo había demostrado ser un buen amigo y con él, Sakura sentía una seguridad que con ninguna otra persona, a pesar del poco tiempo que se conocían y no solo eso, siempre que se encontraba cerca de él, su corazón latía con euforia y en su interior se amontonaban una serie de sentimientos que la confundían enormemente pero que al mismo tiempo le hacían sentir bien.

-Está bien, Sakura no me iré… si no quieres contármelo no importa, no quiero que te presiones, es solo que… te veías tan asustada que me preocupe por ti, yo solo quiero ayudarte.- hablo mientras caminaba aprisa hacia el sofá, se sentó justo a un lado de ella, lo más cerca que pudo y tomo su mano en señal de consuelo.

-No es que no confíe en ti… es solo que… veras.- musito la pelirrosa mientras desviaba la mirada hacia el suelo y apretaba con fuerza la mano de Sasori.

Tranquilizando su respiración y lo más serena que pudo, Sakura empezó a contarle al joven Akasuna todo lo que le había sucedido esas dos últimas semanas, desde aquella terrible y penetrante sensación de sentirse vigilada, el incidente en el baño de la plaza, hasta lo que había ocurrido ese mismo día y el reciente hallazgo que había hecho acerca del nuevo doctor del hospital, Uchiha Sasuke, quien probablemente podía ser su atacante.

-Sakura… debiste haberme dicho todo esto antes y más si sospechabas que Sasuke-kun era el causante de estos incidentes, créeme que no lo habría imaginado capaz de hacer algo así, lo conozco desde hace tiempo y no es un mal muchacho… ¿estás segura de que es él?- le cuestiono intrigado por los acontecimientos que la ojijade le relato.

-Pues… cien por ciento segura no estoy pero… dime, que probabilidad hay de que dos personas tengan la misma chaqueta y que esta tenga el mismo característico aroma de quien me ataco, sin mencionar que Sasuke apareció poco tiempo después de que me agredieran, no veo otra posibilidad.- le pregono agitada, temiendo que el muchacho no creyera en su historia.

-Tienes toda la razón, en cuanto a la chamarra y aquella peculiar esencia, ciertamente eso no es nada común, sin embargo… sinceramente no creo a Sasuke-kun capas de algo como esto, ciertamente lo que te sucedió es real y te creo pero… pienso que deberíamos investigar más a fondo antes de señalar a un culpable.- comento con incertidumbre. –No te preocupes Sakura, yo te voy a ayudar,  vigilare a Sasuke para ver si encuentro algo relacionado con el asunto.- le dijo mirándola a los ojos con afecto  y una tenue pero extraña sonrisa en su rostro.

-Sasori… muchas gracias.- le expreso la pelirrosa suspirando con calma y una alegre sonrisa dibujada en sus labios, pues aquellas simples palabras del ojimiel la habían llenado de una tranquilidad inenarrable, quitándole así, un gran peso de encima.

-No te preocupes Sakura, todo va a salir bien.- le expreso mientras la abrazaba suavemente y en sus labios se dibujaba una apenas perceptible sonrisa cargada de misterio.

-Eso espero… eso espero.- musito en lo bajo aferrándose al abrazo de su joven amigo.

Habían pasado ya tres días desde que Sakura había vuelto aterrada a su hogar y tenido aquella charla con Sasori, aquellos tres infinitos días habían sido un infierno para la pelirrosa pues el pavor la sobrecogía a cada instante, el solo pensar que Sasuke fuese quien la había tocado de esa manera le provocada desagrado y terror, algo en su interior le decía que las piezas que había reunido no concordaban, aquello que su opresor le había hecho sentir era totalmente lo opuesto a lo que el pelinegro le incitaba cuando se encontraba cerca de él.

Ir al hospital se había vuelto mentalmente un tormento, pues el pánico que le causaba el solo pensar en lo que podía suceder, le agotaba mental y físicamente, sin mencionar que de vez en cuando llegaba a encontrarse por los pasillos al azabache en cuanto esto sucedía, la ojijade no podía evitar esconderse o eludir los encuentros a toda costa pues era un reflejo del miedo, que este le provocaba.

Las tareas que antes realizaba con suma facilidad, se volvieron complicadas pues en su mente no podía dejar de darle vueltas a los pasados incidentes y a la posible identidad de ese hombre, la posibilidad de que Sasuke fuese su atacante se hacía cada vez más grande pues en contadas ocasiones desde que este había llegado, la joven médico podía notar como este posaba sus profundos y obscuros orbes sobre ella, lanzándole una mirada que le calaba hasta los huesos, la inspeccionaba de arriba abajo poniéndola excesivamente nerviosa, sin aludir a que aquella sensación de ser observada había aumentado al punto de casi enloquecerla.

Durante esos tres días Sasori investigo al joven azabache, informándole cada día a la pelirrosa si había encontrado algo nuevo, no obstante, su búsqueda había sido totalmente en vano pues no había encontrado ningún indicio que apuntara a que el joven pelinegro fuese el culpable, las únicas pistas que tenían eran la chaqueta y aquella peculiar fragancia proveniente de esta.

Era ya de noche y para fortuna de la joven médico ese día no le tocaba guardia y cuanto lo agradecía pues le aterraba quedarse una noche en el mismo lugar que su posible agresor, venturosamente esos últimos días no había coincidido en cuanto a guardias con el Uchiha, sin embargo, esos encuentros fortuitos que llegaba a tener ocasionalmente con él le erizaban la piel y le hacían sentir desfallecer pues cada que se cruzaban podía sentir claramente como la penetrante mirada del azabache se fundía en ella, no podía estar equivocada, por más que sus sentimientos contradijeran a la razón, tenía que ser él, no había más explicación.

Caminó con algo de nerviosismo por los pasillos dirigiéndose a los vestidores con la intención de recoger sus cosas, para posteriormente marcharse en dirección a su hogar. Llego hasta estos con la esperanza de no encontrarse con el pelinegro, por suerte así fue, los vestidores se encontraban vacios, camino por entre los casilleros cuando repentinamente de uno de los lockers cuya placa decía “Uchiha Sasuke” callo a los pies de la ojijade una bolsa negra con algo en el interior, esta recogió el extraño bulto, de pronto en la mirada de Sakura el pánico se arremolino, en el interior de aquella bolsa se hallaban unos tenis, unos que ella conocía muy bien.

-N-no… no es posible.- mascullo la joven médico titubeando un poco por la inesperada situación, abriendo aquella bolsa en cuyo interior se hallaban unos tenis rojo con blanco y dando unos cuantos pasos hacia atrás.

Inesperadamente su celular comenzó a sonar haciéndola dar un respingo debido al susto que le produjo el ruido, la pelirrosa extrajo dicho aparato del bolsillo de su bata y temblorosa contesto la llamada. –S-si… ¿diga?- articulo con inquietud.

-¡Sakura!... ¡¿en dónde estás?!- le pregunto exclamante una voz al otro lado del auricular.

-¿S-sasori?... estoy en el hospital, ¿qué sucede?- le pregono la pelirrosa confundida.

-¡Escúchame!... tienes que salir inmediatamente de ahí.- le ordeno agitado. –Corres peligro Sakura, he encontrado algo que prueba que Sasuke-kun es el culpable.- dijo alterada mente.

-N-no… no entiendo ¿qué pruebas?- le interrogo la ojijade sumamente desconcertada.

-Mira… esta tarde fui a visitar a Itachi a su casa y sin que él se percatara entre a hurtadillas al cuarto de Sasuke y veras Sakura… no creerás lo que encontré…- se interrumpió a sí mismo dudoso.

-¡¿Qué?!... ¡Sasori, dime por favor!-  dijo la joven médico con desesperación.

-Pues… su habitación estaba repleta de fotos… de fotos tuyas, por eso tienes que salir de ahí inmediatamente ¡Sakura!- le dijo el joven Akasuna con alarmo.

Los ojos de la pelirrosa se abrieron grandes y una lividez llena de pánico sumergió su rostro. –P-pero… eso no es… p-posi…- trato de articular como pudo pero fue interrumpida.

-¿Qué hace con eso?... doctora Haruno-san.- pregunto una voz masculina que se encontraba a sus espaldas, muy cerca de ella.

-Y-y-yo…- dijo la joven médico tartamudeando pues las palabras se le habían atorado en la garganta al escuchar esa ya conocida voz. Volteo lentamente la cabeza hacia atrás para tratar de divisar a aquel hombre, el miedo la congelo en ese instante, era… Sasuke. Tiro la bolsa al suelo y por un instante su cuerpo no le respondió, se quedo inmóvil y nada más, bajó la mano con la que sostenía el teléfono y miro fijamente los enormes orbes que se posaron sobre ella.

-¿Sakura?... ¡¿Sakura?!... ¿estás ahí?... ¡¡¿Sakura?!!- exclamo gritando el joven pelirrojo que se encontraba al otro lado del teléfono.

-Pero… ¿qué le sucede?- dijo el pelinegro con algo de soberbia al hablar. –Parece que ha visto un fantasma… ¿se encuentra bien, doctora Haruno?- pregono mientras trataba de acercarse a ella.

De pronto la pelirrosa sintió que le faltaban el aire y las fuerzas, sentía que se iba a desplomar en cualquier momento, soltó el teléfono y tomando valor y energía Dios sabe de dónde, esquivo al pelinegro y salió corriendo a toda prisa del lugar, corrió tanto como pudo y al llegar afuera del hospital tomo un taxi pidiéndole al conductor que la llevase hasta su hogar. Mas pronto de lo que imagino llego a la calle de su residencia, se bajo rápidamente del automóvil, le pago al conductor y corrió hacia la casa de su vecino, toco el timbre desesperadamente con las manos temblorosas y la cabeza hecha un desastre, de repente la puerta se abrió…

-¡¿Sakura?!.... ¿estás bien?... ven vamos pasa.- le indico con preocupación el joven pelirrojo.

-S-sasori…- dijo a punto de soltar en llanto. –Gracias…- le agradeció la pelirrosa angustiada y tambaleándose al entrar.

Ya dentro de la casa de Sasori este la invito a sentarse en el sofá de su sala. -¿Quieres una taza de té?... eso te ayudara a calmarte.- pregono con una extraña ternura. –Verde ¿no es así?- le pregunto con una sonrisa peculiar en el rostro que Sakura no logro notar pues este le daba la espalda, sin mencionar que la ojijade estaba demasiado perturbada como para percibirlo.

-S-si… por favor.- le respondió con intranquilidad y una expresión que demostraba algo de asombro y duda pues sin quererlo le paso por la cabeza la siguiente pregunta: ¿Cómo sabe que me gusta el té verde?, no obstante, estaba tan confundida que no le dio importancia a algo tan insignificante.

-¿Te encuentras bien?- le pregunto amablemente el pelirrojo mientras se acercaba al sofá dejando dos tazas de té en la pequeña mesa de la sala.

-Si… eso creo.- respondió con distracción.

-¿Qué es lo que pasó?- le cuestiono mientras tomaba asiento.

-Yo… no estoy segura… discúlpame pero necesito ir al baño.- hablo con la mirada perdida.

-Por supuesto, está subiendo las escaleras a la derecha.- le indico amablemente el joven Akasuna con una extraña mirada, mientras la observaba profundamente.

-Gracias.- le sonrió vacíamente.

Subió las escaleras hasta el segundo piso, todo se hallaba en completa penumbra, giro hacia la derecha como le había indicado el ojimiel y como pudo llego hasta una puerta, la palpo varias veces en busca del picaporte, pues la obscuridad era tan densa que no lograba ver absolutamente nada, cuando al fin logro encontrarlo, abrió la puerta, sin embargo, la negrura de la noche lo cubría todo, únicamente logro divisar una gran ventana que se hallaba al fondo de la habitación, la cual despedía una leve luz que le permitió ver una pequeña lámpara de escritorio, se acerco a ella cuidadosamente y la encendió. Esta arrojaba una tenue y cálida luminiscencia, se volteo para ver en donde había terminado metida y lo que vio fue algo le asombro al punto de quedarse sin habla, en las paredes de aquella habitación se encontraban fotos de ella, que prácticamente tapizaban cada rincón del cuarto y no solo eso, también se hallaban bocetos de posibles modelos de marionetas con la imagen de la pelirrosa y algunos cuantos artículos de periódico subrayados con algún tipo de marcador, logro ver uno cerca de la ventana y con la mano temblorosa lo tomo para leerlo.

-Lamento que hayas visto esto, Sa-ku-ra.- dijo una voz masculina detrás de ella, oculta entre las tinieblas, con una risita soberbia la cual se le hacía poco conocida pero la recordaba como la de su atacante, la pobre muchacha se congelo al ori esa risa y simplemente se pasmo en el tiempo de aquel instante, se volteo lentamente con movimientos casi mecánicos y cerca de la puerta de aquella habitación diviso una silueta.

-Realmente no debiste entrar aquí…- dijo la silueta mientras salía lentamente de las sombras al compas que cerraba la puerta. –No debiste haber visto esto jamás…- le dijo aquel hombre mientras se acercaba pausadamente a la luz producida por la pequeña lámpara, -Ahora tendré que darte un pequeño castigo por haber entrado sin mi permiso.- dijo y mientras lo hacia su tono de voz cambiaba gradualmente por uno que a Sakura le pareció perturbadoramente familiar, finalmente se acerco por completo a la luz de la lámpara y el rostro de su atacante por fin se reveló.

-¿S-sa-sasori?- musito de manera ahogada.

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